lunes, 23 de diciembre de 2013

La Compañía de Minas de Cobre de Catemu (Llay-Llay)

Antigua foto de Catemu?



Entre los países sudamericanos, Chile tenía el prestigio de un sistema democrático estable pues, a pesar de la rotativa ministerial que caracterizaba su régimen parlamentario, su administración pública no sufría cambios y se mantenía incólume el Estado de Derecho. Además Chile presentaba otras ventajas comparativas: la propiedad minera estaba amparada por una legislación eficaz, el capital extranjero era bienvenido, y el impuesto a la renta era inexistente pues el fisco se financiaba holgadamente con los derechos de exportación del salitre.
 

Catemu era un distrito de fácil acceso, ubicado en una región agrícola, a poca distancia de un puerto y de una línea ferroviaria. En Catemu se habían explotado numerosas minas y se habían instalado fundiciones de cobre desde 1832, año en que Vicente García Huidobro instalo allí su primera fundición la que constaba de tres hornos de manga instalados en el lugar que desde entonces se llamo Las Máquinas.

Los hermanos García Huidobro, propietarios de la hacienda El Ñilhue, en 1884 tenían varias fundiciones de cobre, una de las cuales operaba con siete hornos tipo soplete y varios convertidores.

 
Las minas  que en gran parte abastecían eran Los Mantos, Las Vacas y El Salado. Esta última se explotaba desde 1816 y durante 30 años produjo minerales, que escogidos, tenían leyes del orden de 25% de cobre. En el Primer Boletín Minero de la Sociedad Nacional de Minería, publicado en 1883, se da una nomina de 63 propiedades legales mineras ubicadas en los faldeos de los cerros del estero Catemu. Esto se explica porque solo se otorgaban hasta tres pertenencias para ser mensuradas por un solicitante.



La Societé des Mines de Cuivre de Catemou fue creada en 1899 con un capital de 5 millones de francos, instalo su gerencia en Bruselas y abrió simultáneamente una oficina en Paris. A principios del siglo XX construyo dos fundiciones, una en Catemu y otra en El Melón, esta ultima para beneficiar los minerales de su yacimiento El Soldado, pero por su baja ley ésta paralizo su operación al poco tiempo. Sin embargo, los minerales de El Soldado, el más importante de todos su yacimientos, eran susceptibles de ser escogidos y, con una ley media de 10% Cu, desde 1909 se enviaron a la fundición de Catemu, ubicada en el cerro La Poza, la que recibía una carga del orden de 250 ton/día de minerales de ley media de 3 a 3,5% Cu.

Los minerales escogidos de El Soldado se enviaban por ferrocarril hasta la estación Chagres y desde allí, atravesando el rio Aconcagua por un puente de madera de 450 metros, se transportaban en carretas de 3 toneladas por una huella de 3,5 kilómetros hasta la fundición La Poza. Estas carretas además subían los víveres y el coque (importado de Alemania), y bajaban hasta Chagres las barras de cobre blíster.


 
En 1909 los dos hornos de La Poza fundían minerales que en su mayor parte provenían de las siguientes minas: Los Mantos, Unión, La Poza, Soldado, Salado.

Los minerales de La Poza no eran explotados por su contenido de cobre sino por su contenido de calcio y azufre que lo hacían un excelente fundente para los hornos. El manto calizo de La Poza tiene un espesor de más de 20 metros.

La Sociedad adquirió la hacienda El Ñilhue y en el poblado homónimo, a 13 kilómetros de Chagres, instalo sus oficinas y construyo confortables casas para sus empleados. Para sus 800 operarios construyo casas más modestas situadas principalmente en la mina Los Mantos y en la fundición La Poza.
La Sociedad instalo varios andariveles y un ferrocarril Decauville (trocha 0.60 m.) para transportar los minerales de sus minas en Catemu.

 
 


Dicha Sociedad no contrataba mineros a jornal sino que asignaba cada yacimiento a un grupo de pirquineros que le vendían el mineral a la empresa. Este era pesado y después cargado en pilas numeradas en la cancha de la fundición; el transporte mina-fundición era hecho con personal y equipos de la empresa.

Los pirquineros se agrupaban en cuadrillas las que hacían la perforación, la tronadura y el transporte interior mina; la Sociedad les proporcionaba barrenos, explosivo, capachos de cuero y carros que circulaban por socavones enrielados.

Todo el trabajo se hacía manualmente, incluso el trabajoso carroneo (arrastrar un carro a mano entre dos) que se hacía contra una pendiente del 3%. La excepción la constituía el trabajo de las tres vetas de La Unión donde mineros italianos empleaban la dinamita en vez de la pólvora y por varias razones los italianos rendían el doble que los pirquineros chilenos.

La Sociedad hacia escasas labores de desarrollo, solo algunos socavones y piques para las labores más profundas, pero sus remates pronto quedaban por sobre la cota de los frentes de trabajo lo que obligaba a los pirquineros a destinar la mayor parte de sus hombres a trabajar como apires (llevar carga a la espalda) que transportaban el mineral en capachos hasta el nivel del remate de los piques y socavones de transporte interior de la mina.

 

Informes fechados en 1909 y 1915 describen las labores subterráneas como un laberinto de ratoneras. No había planificación ni supervisión técnica, ni tampoco ningún método de explotación racional. Los pirquineros dejaban sin explotar grandes bloques, porque con una estimación meramente visual, les parecía que era mineral de baja ley y estas reservas se perdían.

Cada cuadrilla tenía un número y éste correspondía al número de su pila en la cancha de acopio. La Compañía muestreaba la pila cuando decidía enviarla al horno, y si la pila no tenía la ley mínima exigida de cada mina se le negaba a la cuadrilla el derecho a seguir trabajando. La explotación minera resultaba así totalmente caótica y de un altísimo costo. Informes de la época.

Si los alimentos que se vendían en las pulperías de la empresa no hubiesen sido tan baratos, y la ubicación de Catemu no hubiese sido tan favorable, esta modalidad de minería artesanal no habría sido factible. Pero ello era posible de hacer porque, además de lo barato de los alimentos, la empresa financiaba escuelas y servicios médicos.

Hasta 1915 no se hicieron exploraciones, pero aquel año la compañía comenzó a hacer sondajes con una perforadora Davis-Calyx (movidas a vapor) y también labores de reconocimiento empleando perforadoras electro neumáticas.
En la segunda década del siglo se hicieron importantes avances de carácter tecnológico. Junto con instalar dos plantas concentradoras por flotación, una en El Melón para concentrar los minerales de El Soldado y otra instalada en La Poza, la Sociedad construyo una fundición en Chagres provista de dos hornos de soplete que luego fueron reemplazados por un horno reverbero en el año 1915. La fundición de Chagres se justificaba porque, además de la concentrados producidos en las plantas El Melón y La Poza, la Sociedad había abierto en la Rinconada de Los Andes la mina Caracoles y otras pequeñas minas cuya producción se enviaba a Chagres por ferrocarril. Con el horno de reverbero podían fundirse los concentrados, no así con el de soplete.




Otro avance tecnológico fue el mover los equipos de los talleres, y los de las plantas de concentración, con motores eléctricos en lugar de acoplarlos mecánicamente con correas de transmisión a un árbol o eje colectivo. La energía seria en el futuro generada por un alternador movido por una máquina a vapor tipo Corliss la que a su vez sería alimentada por cuatro calderas Babcock-Wilcox. En 1921 se estaba proyectando construir una central hidroeléctrica accionada por una caída de agua proveniente de un canal a construirse en el rio Aconcagua. También en aquel año se importo un camión Mack de 5 toneladas para sustituir las carretas pero el puente de madera no soporto su peso por lo que hubo sustituírsele por un camión Ford de 1 tonelada.

 
 
 

 

La Societé vendía al mejor postor sus barras de cobre puestas en Valparaíso. Estas producciones no eran pequeñas a menos que se las comparara con las de El Teniente en la misma época.

En el periodo 1920 – 1925 se produjo un descenso en el precio del cobre y disminuyeron las utilidades de la empresa. Tal vez fue por esta razón que los ya viejos accionistas de la Societé des Mines de Cuivre de Catemou vendieron toda su propiedad a la pujante empresa Societé Miniére Du M´Zaita, empresa que expandió la explotación de Los Mantos, de Los Caracoles y aumentó notablemente la producción de la mina y la planta El Melón. Esto hizo necesario instalar más hornos de reverbero en Chagres.

 
Bibliografía: La minería metálica en Chile en el siglo XX. Augusto Millán U. Editorial Universitaria. Junio 2006.

 
 

Minas de Cobre de Naltagua (Talagante - El Monte)




 
La "Compañía de Minas de Cobre Naltagua" (Societé des mines de Cuivre Naltagua) (SMCN), fue fundada en 1908 por el conde Bernard de Saint-Seine, con el conde Lesnil, yerno del barón de Rothschild, y el acaudalado banquero Michel Renebey. Su sede se fijo en Paris y el capital inicial en diez millones de francos, de los cuales tres millones de francos se obtuvieron con una emisión de bonos, para trabajar las minas de cobre Naltagua. Los promotores eran capitalistas y comerciantes que no estaban familiarizados con las actividades mineras, lo que explica los numerosos errores en que se incurrió en el proyecto y la construcción de Naltagua.

La compañía compró la hacienda Naltagua y más de 120 pertenencias mineras que amparaban una franja de alrededor de 1 kilometro de anchura por 7 kilómetros de largo hacia el sur de la estación El Monte del ferrocarril de Santiago a San Antonio, el que en aquella época solo llegaba hasta Melipilla.
 



También es obvio que los creadores de la SMCN sabían que en 1899 se había creado la Societé des Mines de Cuivre de Catemou, la que en 1907 operaba dos fundiciones y explotaba numerosas minas tanto en Catemu como en El Melón. Poco después de la SMCN, se creo, también en Francia, la Societé des Mines de Cuivre de Chañaral.

En un trabajo del ingeniero y profesor Lorenzo Sundt publicado en 1909, se dice que la base de la SMCN es la explotación y fundición directa de minerales de ley media de 4% de cobre a razón de 300 toneladas por día, por consiguiente el primer error fue el no considerar la instalación de una planta de concentración de minerales.



La fundición de Naltagua se comenzó a construir en junio de 1908 en la ribera sur del rio Maipo y empezó a operar en abril de 1909. Contaba al principio de dos hornos de manga, de aquellos que se llamaban de soplete, los que requerían de una carga que en un 20% era coque, combustible que se importaba por Valparaíso y que era sumamente caro. Este segundo error del proyecto se corrigió en 1919 reemplazando los hornos de manga por dos pequeños hornos de reverbero cuyos quemadores se alimentaban con carbón nacional pulverizado.
 

 
Cuando ya se había iniciado la construcción de la fundición se decidió que, en vez de construir un puente sobre el Maipo, se instalara un andarivel que partiendo de la estación El Monte cruzara el río con una longitud que fuese la más corta, la que resultó ser de 5,6 kilómetros y no llegaba a la fundición sino a un punto que estaba 3 kilómetros hacia el oeste. Este es otro error de proyecto pues hubo que construir un ferrocarril de trocha angosta entre la fundición y el punto de llegada del andarivel.
 

 

Este andarivel de fabricación alemana, de doble línea y muy rápido, sirvió para traer el carbón, los insumos y, durante algún tiempo, minerales de alta ley provenientes de las minas de Los Bronces que no podían fundirse en Maitenes cuya capacidad estaba copada.

Un ingeniero norteamericano que trabajaba para la Santiago Mining Corporation, que explotaba la mina Lo Aguirre y que se intereso el año 1920 por comprar la SMCN, emitió aquel año un informe en el cual se estimaban las reservas en Naltagua en más de 40 millones de toneladas, pero que se explotaban a un ritmo muy bajo porque en los frentes se arrancaba solamente mineral que tuviera más de 4,5% de cobre, dejando en pilares el mineral que no alcanzaba esta ley mínima, porque no se había instalado una planta de concentración y por lo tanto se perdía un gran porcentaje de la reserva. Agregaba este informante otros dos aspectos negativos:

1)      El método de explotación pretende ser de caserones y pilares (room and pillar), pero de hecho es una explotación caótica sin que haya ni un desarrollo ni una explotación racional.

2)      Dado que se está realmente escogiendo, o sea “floreando” los yacimientos, el tonelaje de 200 toneladas diarias se está obteniendo de la explotación simultanea de 5 minas ubicadas en los dos mantos, lo que obliga el tener un costoso sistema de transporte a la fundición en convoyes de carros de 3 toneladas con pequeñas locomotoras en vías de trocha angosta.



La faena minera de Naltagua incluía en su enorme infraestructura un campamento, que albergaba a más de 2.500 personas, en la que hubo que construir una escuela, un policlínico, generar y distribuir energía eléctrica, recolectar basura, administrar una gran pulpería, etc. Debido a que los gastos generales y el costo operativo eran muy altos, se empezaron a producir perdidas y la SMCN decidió paralizar la faena en 1945 y vender todo su activo.
 

 
 

 
 

La mina de Naltagua
 
La Parte Humana
 
El establecimiento minero de Naltagua, después de El Teniente, era el más importante de la zona central del país.  Su influencia se sentía desde Paine a Melipilla, entonando la economía de toda la zona.
 
El ganado destinado a la alimentación de los mineros, se compraba en la feria de Paine o Melipilla, llevándolo  a la mina por los cerros de Aculeo o Chocalán.  Las mercaderías se adquirían en Santiago, conduciéndolas en tren hasta El Monte, y desde ese punto en andarivel hacia Naltagua,  Es decir que Isla de Maipo solía ser  el gran postergado y ausente de esa ola de progreso minero.
 
Los 650 trabajadores del mineral estaban organizados en poderoso sindicatos, que obtenían grandes beneficios y acuerdos ventajosos, estimulando a los campesinos del fundo en el cual estaba la fundición, a seguir su ejemplo. Y vaya si lo hicieron! ya que el sindicato del fundo San Vicente de Naltagua, fue el primero ( y el único, por años) en obtener personaría jurídica en la Provincia de Santiago.( actual Región Metropolitana)  Se podría decir que frente a sus similares de los campos chilenos, los campesinos de San Vicente eran de clase media para arriba. 

Las mujeres de los mineros también estaban  muy organizadas.  Ellas crearon una Sociedad de Damas, cuya influencia en los momentos críticos de la negociación laboral era fundamental.  Al intervenir en las reuniones sindicales amonestando a los dirigentes vacilantes, las señoras ofrecían cambiar sus  “refajos”, por los pantalones de  que dudaban.  Temidas en la propia Gerencia, y porque siempre exigían más con bastante éxito, se les bautizó con el apodo de “Las Menches”, en alusión a que hacían milagros como Nuestra Señora de la Merced en Isla de Maipo.
 


 
La red ferroviaria del mineral funcionaba en dos niveles.  El primero y más alto; podía transitar desde la mina La Carpa, en El Rosario; a su similar de San Ramón, en San Antonio de Naltagua; pasando por un túnel de más de cien metros.  El segundo nivel, iba desde El Buitre hasta la Fundición, prolongándose a la vez hasta  El Andarivel. El pique   El Buitre era el punto en el cual se recibían de la red s0uperior, los carros cargados de material, por medio sistema de piolas dispuesto en tal forma, que permitía subir los carros vacíos y bajar los cargados, en una interminable sucesión.  Ese vital punto, por unir todas las líneas  del tren minero, se llamaba “Trinidad”.
 
Entre los trabajadores del sistema ferroviario, había un funcionario al que se puede calificar como una auténtica maravilla de la voluntad de Dios.  Era don Alejandro Jopia, su labor consistía en seleccionar el carbón y en  los fríos y lluviosos inviernos su tarea  consistía en echar arena en las vías formando una cremallera artesanal, muy eficaz en impedir que las ruedas resbalaran en el riel.  Todo esto resulta natural para una persona normal, pero don Alejandro Jopia era totalmente ciego y para cumplir sus labores, tenía que ser  conducido a su lugar de trabajo.  Al parecer, este ejemplar funcionario, perdió la vista cuando afortunadamente ya sabía leer y escribir, situación ésta, que le valió la admiración de los jóvenes del mineral, los cuales se entretenían mandándole a escribir cartas para las niñas, con el único objeto de ser testigos de cómo este fenomenal hombre, podía escribir correctamente línea tras línea, guiado solo por el tacto, como si siguiera un reglón horizontal perfecto.
 
Sin embargo, todo el gran movimiento extrayendo la riqueza de las entrañas de la tierra, para su despacho a los mercados extranjeros, hubiera sido estéril o antieconómico, si no estuviera funcionando él andarivel de seis kilómetros de extensión, cuyo comando estaba en la Estación de El Monte. 
 
Desde allí se enviaban los capachos, uno tras otro, llevando sacos repletos de mineral de alta ley, a fin de extraer el cobre y también el oro según se dice por el proceso de fundición. 
Luego, de Naltagua hasta La Puntilla de San Antonio llegaba el pequeño convoy de trocha angosta, tirando carros colmados de barras de cobre. Hay que hacer notar también, el servicio prestado por el andarivel a la hacienda San Antonio de Naltagua, dueña de prodigiosas tierras en las cuales se sembraba cáñamo  maní. 
 
 
Además, había frutales y se fabricaba aceite comestible a partir de la maravilla.  Todos esos productos, que antiguamente se sacaban por medio  de balsas hacia Lo Chacón, comenzaron a transportarse por el andarivel sin contratiempo alguno, que pudiera ocasionar el inestable río Maipo.  Con el nuevo sistema, desapareció el lanchadero y la balsa para siempre.
Ahora, con respecto a la llegada a Naltagua de minerales de alta ley aurífera, se ha podido establecer que los sacos repletos de material, se arrojaban a los hornos sin abrir, perdiéndose así el envase, pero ni un gramo de metal.  También se cuenta que quienes trabajaban en los hornos, estaban juramentado de mantener el secreto de lo que en verdad fundían, y solo el sordo rumor circulante entre el personal y el campesinado, de que en el establecimiento se fundía oro a espaldas de las autoridades, solía escucharse aunque sin contar con las pruebas indispensables. 
 
Lo único claro, es que a Naltagua vía andarivel, llegaban sacos llenos de minerales de vetas importantes, situadas a cientos de kilómetros de distancia.  Entre las más ricas tributarlas de la fundición  estaban: El Chivato de Maule, Tahuen, La Disputada, Alhué, El Cobre, El Soldado, Andacollo, Bellavista de San Felipe, etc.  Aquí en Naltagua se fundía con sumo cuidado, purificando el oro, y luego este metal era cubierto de unos baños de cobre, para sacarlo con destino a Europa, pagando  arancel irrisorio por barras valoradas en una fortuna.
 



Después que el visionario Presidente de la República, don Pedro Aguirre Cerda, creara la Corporación de Fomento a la Producción, un verdadero motor que industrializó al país, surgió el rumor en Naltagua de que las vetas cupríferas  se estaban agotando.  La razón radicaba en que la CORFO tenía en sus planes, crear la Fundición Nacional de Paipote en Atacama primero, y luego otra en Ventanas, para recuperar los minerales preciosos surgidos entre el cobre. 
 
Con ello se terminaría de raíz el lucrativo negocio de las compañías extranjeras y éstas tuvieron a su favor el término de la segunda guerra mundial, que motivó al Gobierno a dictar un decreto autorizándolas a cerrar sus yacimientos.  De este decreto se aferró la Societé des Mines de Cuivre, para concluir sus operaciones en Naltagua, poniendo fin al período más próspero que jamás haya vivido esa histórica comunidad.
En el recuerdo de los Naltaguinos, quedaron las grandes celebraciones de la independencia nacional, en las que se premiaba tanto a los vencedores como a quién resultaba último.
 

 
 Las competencias eran múltiples: tiro de la cuerda, fútbol, pruebas atléticas, carreras a la chilena y las más divertidas carreras de burros.  En ellas siempre triunfó el famoso “Parafina”, con su sistema de tirarle los pelos situados bajo la cola del asno, que presa de dolor, emprendía una loca carrera en demanda de la meta alzándose con la victoria.  Este secreto era desconocido por sus contendores, los cuales por más que se esforzaran, solo ganaban un buen disgusto y las bufonas risas de la concurrencia.
También desapareció el poderoso elenco de la Estrella de Chile, varias veces campeón provincial.  Tampoco se escucharán de nuevo los gritos de “Cuchuchos”!, dirigidos por los mineros a los campesinos del fundo San Vicente, ni la respuesta de éstos: ¡Cállate “tiznado”!  Ahora los deslindes de alambre no se cambiarán cada año, pues la chimenea de la fundición no expedirá sus ácidas humaredas, oxidando cuanto metal se ponla a su paso.
 



La cuadrilla de trabajadores dirigida por el “cabo Maulén”, que por  años encauzaron el río, para permitir el buen funcionamiento de la lancha al pueblo de El Monte, también quedó cesante.  Nunca más se vio al “Turco Jacob”, buscando a los clientes que no le pagaban las hermosas tenidas “dieciocheras”.  Todo ha terminado y los entristecidos mineros inician su éxodo a los pueblos vecinos.  Muchos dirigieron sus pasos a la Isla, como otrora lo hicieran los seguidores de los hermanos Carrera.


Como un homenaje a esos esforzados trabajadores que, por espacio de casi cincuenta años, extrajeron de las profundidades de la tierra el cobre Naltaguino, y a los heroicos obreros de la fundición que a pesar del mortal humo se turnaban sin cesar para refinarlo. Hemos recogido el relato de la alumna Clorinda Escartín G. del sexto año de la Escuela Mixta Nº 29, publicado en el periódico “El Chiquitín” de Naltagua, en su edición número tres correspondiente al mes de Noviembre de 1937.  En el texto, la niña relata las penas y alegrías de la gente del establecimiento con una crudeza tal, que nos permite hacernos una idea cabal de como   transcurría la vida en el mineral, y muy especialmente las durísimas jornadas cumplidas por los trabajadores de la fundición, quienes recibían él apodo de “los tiznados” por su permanente contacto con el carbón, la chimenea y el humo.  Además, debían soportar un calor infernal que erosionaba gravemente su salud.  El relato aludido es el siguiente:
 
MINAS
Para una persona observadora, es nuestro mineral una fuente inagotable de acontecimientos, dignos de ser relatados por cerebros más capacitados que el mío. Pero como pueda coordinaré algunas ideas. La vida en este mineral transcurre sin variación alguna, nada logra cambiar la vida en su sistema ya establecido. Ni los accidentes que a menudo ocurren, trayendo las consecuentes desgracias  a los hogares afectados, arranca el más pequeño signo de rebelión ante el destino inexorable, todo se acepta con una resignación digna de alabanza Pero de todos los grupos de actividades en que se divide el trabajo de la mina, merecen mi más profundo homenaje, los obreros que trabajan en Fundición. ¡Quién como yo haya observado de cerca la faena que desarrollan, la atmósfera que respiran  y como exterminan sus fuerzas, solo tendrían para esos seres respeto y compasión, ya que de manera tan dura y traicionera, les es posible pasar la vida! Yo siento algo como gratitud hacia esos seres pálidos y extenuados,  que bajo las negruras del carbón y del humo  esconden unos ojos tristes, pero humildes, porque comparada mi suerte y la de los míos, con la vida de ellos, comprendo que es menos desgraciada y mis días con más estímulos para ser vividos.
¡Respeto y cariño merecen todos los mineros del universo, porque en Cada cantidad  de mineral que extraen de la tierra, dejan un poco de su propia vida. !

Hoy solo están las ruinas y la escoria del carbón
 
 
Fuente Relato: Clorinda Escartín G. Escuela Mixta Nº 29 Naltagua,  Noviembre, 1937.
 
La minería Metálica en Chile en el siglo XX.  Augusto Millán U.
 
fotos: Panoramio. by r.castillo